viernes, 9 de marzo de 2018

Esperando el tren




¡Qué distinto el paisaje y el momento de aquel otro del pasado mes de abril, cuando llegué feliz y enamorada. Todo el pueblo vino a la estación a recibirme. Pareciera entonces que el mundo se rendía a mis pies de novia ilusionada. Y aquí estoy. En sólo siete meses todo se ha ido a pique, todo se ha derrumbado. Hasta el clima se ha unido a mi decepción para darme algo de compañía. Y es que yo no soy más que una mujer inofensiva e indefensa que sólo busca amar y ser amada sin hacer daño a nadie.

¡Que rabia siento al pensar en él y en su traición! Me dejó abandonada como a un trasto viejo en aquel solitario caserón a las afueras del pueblo. Al principio, todo eran atenciones, todo alegría. Pero muy pronto comenzó a retrasar su vuelta a casa. Fue durante el verano. Se pasaba las horas en ese maldito bar. Y, cuando de madrugada llegaba a casa, venía tan agotado que ni me despertaba.

¡Qué desilusión y qué vida tan triste!

Me sentía tan sola, tan tristemente sola y amargada que, el día en que el joven cartero llamó a mi puerta, me lo notó en la cara. Y así se lo conté. Que ya no soportaba más la soledad. Que yo no había nacido para cuidar de una casa tan grande, tan vacía, tan fría...
Y él, tan cortés y educado, me hacía compañía. Se quedaba conmigo un rato cada día. Y cada vez más tiempo. Hasta que llegó el día en que besó mi mano. Y yo, me estremecí. Y, cuando se dio cuenta que yo cerré mis ojos, él se atrevió a besar los rizos de mi pelo. Y después, el blanco nacarado de mi cuello. Y, cuando al fin besó el rojo intenso de mis labios, creí morir de amor. Y me amó con pasión y me sentí por fin querida y valorada.

Pero claro, en un pueblucho como este, todo termina por saberse.
Y así llegó a oídos de mi marido mi romance con el cartero. Y como es un salvaje, rápidamente se fue a por el joven con la intención de darle una paliza.¡Ah, pero mi joven cartero no se dejó pegar y la paliza se la llevó él!.Ahora está en el hospital con un montón de huesos rotos. Y yo aquí, esperando el tren bajo la lluvia. Abandonada por todos sin ser culpable de nada. Porque si hay algún culpable en esto, ese es él, mi marido. Porque yo no nací para vivir al lado de un pringao de oficio tabernero. Y menos para pasarme el día junto a él en la taberna preparando raciones o atendiendo a los clientes tras la barra. Porque yo soy una reina que nací para amar y ser amada y él sólo me amaba los domingos. Y es que mi gran error fue enamorarme de un autónomo esclavo de un negocio. De un pobre diablo que, en los tiempos que corren, es carne de cañón.¡Ay, de haber conocido antes a mi cartero! Él es un funcionario. Nunca le faltaría la paga de cartero y siempre volvería a casa tras su jornada, a una hora razonable, para ponerme los sellos y los timbres en el sitio adecuado cada día...

Lo malo es que él ya estaba casado y, aunque se lo estaba pensando ,le costaba dejar a su mujer para fugarse conmigo. Aunque mejor que no hubiera tenido tantos escrúpulos porque de todas formas su mujer lo ha dejado al enterarse de lo nuestro. O quizás la muy hipócrita  lo ha dejado al enterarse de que le han abierto un expediente en el trabajo por incumplimiento y escándalo público y que lo más probable es que lo despidan . No sé. El caso es que ahora ya, sin trabajo, tampoco me interesa a mí. Otro pringao más. Y es que yo no nací para ser pobre.

Ahí llega el tren. Me voy de este maldito pueblo donde me han tratado tan mal. A mí, una mujer tan frágil e inofensiva como soy yo, que nunca he hecho mal a nadie...



                                                                     Diciembre-2012

6 comentarios:

  1. Una pequeña historia, Joaquín,que dice mucho, que habla de una muchacha con unos más que evidentes delirios de grandeza, que se justifica a sí misma por lo que hecho y también por lo que hará, seguramente piensa que el mundo no la comprende y esta indefensa ante él. Me ha gustado el relato.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tengo por ahí algunos relatos escritos que voy a ir publicando aquí antes de que se los coma la polilla...jejejeje. Gracias por dejar tu opinión Enrique.

      Un abrazo

      Eliminar
  2. Que personaje la señora. Tu imaginación vuela, pero bien sabes que personas que se creen mas de lo que son, existen en todos lados. Muy buena historia y narración.

    mariarosa

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es Mª Rosa,una buena lagarta,como decimos por aquí.
      Gracias por tu visita y opinión,siempre bien recibida.

      Un abrazo

      Eliminar
  3. El ego de este personaje la llevó a vers sola y abandonada.
    Un buen relato. Me gustó.

    ResponderEliminar