¡Qué distinto el paisaje y el momento de aquel otro del pasado mes de abril, cuando
llegué feliz y enamorada. Todo el pueblo vino a la estación a recibirme. Pareciera
entonces que el mundo se rendía a mis pies de novia ilusionada. Y aquí estoy. En
sólo siete meses todo se ha ido a pique, todo se ha derrumbado. Hasta el clima
se ha unido a mi decepción para darme algo de compañía. Y es que yo no soy más que una mujer inofensiva e indefensa que
sólo busca amar y ser amada sin hacer daño a nadie.
¡Que rabia siento al
pensar en él y en su traición! Me dejó abandonada como a un trasto viejo en
aquel solitario caserón a las afueras del pueblo. Al principio, todo eran
atenciones, todo alegría. Pero muy pronto comenzó a retrasar su vuelta a casa. Fue
durante el verano. Se pasaba las horas en ese maldito bar. Y, cuando de
madrugada llegaba a casa, venía tan agotado que ni me despertaba.
¡Qué desilusión y qué
vida tan triste!
Me sentía tan sola, tan
tristemente sola y amargada que, el día en que el joven cartero llamó a mi
puerta, me lo notó en la cara. Y así se lo conté. Que ya no soportaba más la
soledad. Que yo no había nacido para cuidar de una casa tan grande, tan vacía, tan
fría...
Y él, tan cortés y
educado, me hacía compañía. Se quedaba conmigo un rato cada día. Y cada vez más
tiempo. Hasta que llegó el día en que besó mi mano. Y yo, me estremecí. Y, cuando
se dio cuenta que yo cerré mis ojos, él se atrevió a besar los rizos de mi
pelo. Y después, el blanco nacarado de mi cuello. Y, cuando al fin besó el rojo
intenso de mis labios, creí morir de amor. Y me amó con pasión y me sentí por
fin querida y valorada.
Pero claro, en un pueblucho como este, todo termina por saberse.
Y así llegó a oídos de
mi marido mi romance con el cartero. Y como es un salvaje, rápidamente se fue a
por el joven con la intención de darle una paliza.¡Ah, pero mi joven cartero no
se dejó pegar y la paliza se la llevó él!.Ahora está en el hospital con un
montón de huesos rotos. Y yo aquí, esperando el tren bajo la lluvia. Abandonada
por todos sin ser culpable de nada. Porque si hay algún culpable en esto, ese
es él, mi marido. Porque yo no nací para vivir al lado de un pringao de oficio
tabernero. Y menos para pasarme el día junto a él en la taberna preparando
raciones o atendiendo a los clientes tras la barra. Porque yo soy una reina que
nací para amar y ser amada y él sólo me amaba los domingos. Y es que mi gran
error fue enamorarme de un autónomo esclavo de un negocio. De un pobre diablo
que, en los tiempos que corren, es carne de cañón.¡Ay, de haber conocido antes
a mi cartero! Él es un funcionario. Nunca le faltaría la paga de cartero y
siempre volvería a casa tras su jornada, a una hora razonable, para ponerme los
sellos y los timbres en el sitio adecuado cada día...
Lo malo es que él ya
estaba casado y, aunque se lo estaba pensando ,le costaba dejar a su mujer para
fugarse conmigo. Aunque mejor que no hubiera tenido tantos escrúpulos porque de
todas formas su mujer lo ha dejado al enterarse de lo nuestro. O quizás la muy
hipócrita lo ha dejado al enterarse de que le han abierto un expediente
en el trabajo por incumplimiento y escándalo público y que lo más probable es
que lo despidan . No sé. El caso es que ahora ya, sin trabajo, tampoco me
interesa a mí. Otro pringao más. Y es que yo no nací para ser pobre.
Ahí llega el tren. Me
voy de este maldito pueblo donde me han tratado tan mal. A mí, una mujer tan
frágil e inofensiva como soy yo, que nunca he hecho mal a nadie...
Diciembre-2012
Una pequeña historia, Joaquín,que dice mucho, que habla de una muchacha con unos más que evidentes delirios de grandeza, que se justifica a sí misma por lo que hecho y también por lo que hará, seguramente piensa que el mundo no la comprende y esta indefensa ante él. Me ha gustado el relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tengo por ahí algunos relatos escritos que voy a ir publicando aquí antes de que se los coma la polilla...jejejeje. Gracias por dejar tu opinión Enrique.
EliminarUn abrazo
Que personaje la señora. Tu imaginación vuela, pero bien sabes que personas que se creen mas de lo que son, existen en todos lados. Muy buena historia y narración.
ResponderEliminarmariarosa
Así es Mª Rosa,una buena lagarta,como decimos por aquí.
EliminarGracias por tu visita y opinión,siempre bien recibida.
Un abrazo
El ego de este personaje la llevó a vers sola y abandonada.
ResponderEliminarUn buen relato. Me gustó.
Me alegra saberlo Josefa. Un abrazo
Eliminar